Luis de Vargas, pincel y mano peregrina

Luis de Vargas, pintor tan poco estudiado como importante para el arte español del siglo XVI, volvió a Sevilla en 1550 tras dos largas décadas en Italia e irrumpió en el panorama artístico local abriendo con su luz nuevo camino , como dijo Pacheco. Si Esturmio y Campaña habían marcado una nueva etapa en la pintura sevillana en 1536, Vargas superó la impronta flamenca e impuso la maniera heredera de Perino del Vaga, Giorgio Vasari y Francesco Salviati, convirtiéndose en un artista admirado e imitado. Los escritos que trazan su fortuna crítica destacan su habilidad para el retrato, pero sabemos que fue también un fresquista extraordinario. Aunque entre tablas y conjuntos retablísticos su obra conservada no supera la quincena, Vargas tuvo un papel decisivo en el desarrollo posterior de la pintura sevillana.


Este libro muestra el entorno social del artista y su aportación a la pintura sevillana mediante una exhaustiva revisión de las fuentes, ofreciendo datos hasta ahora desconocidos sobre su vida familiar y documentando por primera vez algunas obras perdidas. A estos hallazgos se añaden la atribución de nuevas tablas y un estudio de sus dibujos y sus principales retablos, lo que permite comprender la formación romana de Vargas y sus referentes formales, así como su clientela y el complejo ambiente espiritual de la Sevilla del momento.



Elena Escuredo es doctora en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, donde imparte docencia. Está especializada en el siglo XVI y centra sus investigaciones en la pintura española, las conexiones con Italia y la relación entre arte y espiritualidad. Ha disfrutado de estancias y contratos de investigación en Roma, Nápoles, Los Ángeles y París, donde coorganizó las jornadas internacionales Pacheco à la plume. Le maître de Velázquez ou la pensée de l'art. Forma parte del proyecto I+D+I CIRIMA Circulación de la imagen en la geografía artística del mundo hispánico en la Edad Moderna .