La muerte de Constantino
Un único imperio. Un único emperador. Un único dios.
Tras décadas sumida en el caos, Roma es grande de nuevo. Sin embargo, el artífice de su resurrección, el implacable Diocleciano, vuelve a poner en riesgo el futuro del Imperio al dividir su territorio entre cuatro hombres. La Tetrarquía comienza a hacer aguas en cuanto el augusto abdica, y de entre la sangre de los tetrarcas surgirá el hombre que está llamado a unificar Roma una vez más: Constantino.
Y es que, desde la rica Alejandría hasta las lejanas fronteras de Britania, Constantino irá abriendo paso a golpe de espada en busca del poder absoluto. Pero, mientras avanza en su conquista terrenal, se libra otra guerra: ¿Qué dios regirá los designios de Roma? Será él, Constantino, quien cambiará la historia para siempre al elegir a Cristo en Nicea, pero también al refundar Bizancio en Constantinópolis, monumento a su vanidad y ciudad en la que es espíritu de Roma pervivirá durante mil años más.
Aún así, a pesar de todos sus éxitos y victorias, un oscuro secreto ensombrece su legado. Los nombres de Fausta y Crispo, que intentan liberarse de las cadenas del olvido al que han sido condenados, perseguirán al emperador hasta su lecho de muerte. Sólo entonces se dirimirá la última cuestión: ahora que está a punto de morir, debe decidirse si ha sido un gran hombre o un simple asesino.